El “ceteris paribus” (del latín: todo lo demás constante) de Marshall establecía que para analizar
un problema económico se debe asumir que todo el resto de los factores
permanecen constantes.
Imaginemos una pequeña
economía que sólo produjera (su pesca) sardinas. Suponiendo que produce 100
Kilos al año (PIB real), que un kilo se vende a 10€ y que la cantidad de dinero
que hay en la economía es de 50€. Partiendo de este simple ejemplo, la velocidad
del dinero se calcularía:
V=
(10€ x 100)/50€ = 20
Vemos que en esa economía
el público gastaría un total de 1.000 euros al año en sardinas (PIB nominal).
Para que se realice este gasto de 1.000€ con 50€ solamente de dinero, cada
billete de euro debe cambiar de manos 20 veces al año, como media de referencia.
Hay
mucha actividad y el dinero circula… ¿Nos lo creemos?
Una consecuencia de la
variación de la velocidad de circulación del dinero es que el objetivo
intermedio de la política monetaria (la famosa M3) pierde importancia. Y en tiempos
de crisis económica la velocidad de circulación se reduce sensiblemente. Los
bancos prestan menos, las empresas reducen sus planes de inversión y el sector
inmobiliario también mueve menos dinero (M3). El Banco Central Europeo (BCE) ha
aumentado la liquidez… vigilando el riesgo de inflación. Una inflación que se
dispararía si se mantuviese constante esa “velocidad de circulación del dinero”
unida al crecimiento del PIB real…
¿Sucede
realmente todo esto? Ciertamente no. En la pequeña economía
de la sardina los grandes grupos se dedican a conseguir esa circulación del dinero
exportando las sardinas…y, aunque los políticos hablen de una gran actividad
económica, esa circulación de Euros no llega realmente al pueblo, sino a los
grandes empresarios (apoyados por esos políticos).
Para los keynesianos, la
hipótesis de los economistas neoclásicos de que la velocidad de circulación del
dinero es constante es un ideal, y que esa falta de lógica desvirtúa la
proposición básica de los monetaristas,
según la cual un aumento de la oferta monetaria (M3), una vez financiado el
crecimiento del producto, implicaría un aumento del nivel de precios (la temida
inflación).
La oligarquía, en la
ciencia política, es una forma de gobierno en la que el poder supremo está en
manos de unas pocas personas, generalmente de la misma clase social.
Una inflación del 4%
sería buena para la gran mayoría de la gente, pero mala para la súper élite. Y
adivinen quién manipula las creencias generalizadas de que la inflación es
mala…
Como dice Krugman, a hacer lo que hizo el
gobierno americano tras la segunda guerra mundial (tipos de interés bajos e inflación para
poder soportar la deuda…) le llaman,
esos oligarcas, “represión financiera”.
Pero
¿quién no prefiere algo de inflación al desempleo masivo? Y la tasa de paro en
España puede recibir esa denominación…
El Economista Joseph Stiglitz afirma que “El 1% de la
población tiene lo que el 99% necesita”…Y
en ese 1% también hay muchos políticos elegidos por el ciudadano… que NO
responden a sus problemas: gente muy rica usa el dinero para ser elegida
(y/o controlar a los elegidos) para asegurar que seguirán siendo ricos
bajándose los impuestos.
Como
dijo Galbraith: “para manipular eficazmente a la gente es necesario hacer creer
a todos que nadie las manipula”
Y ha empezado la gran
manipulación electoral… ¡bailando sobre la Crisis que todavía sufre el pueblo!
Mark
de Zabaleta
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